¡Hola holita vecinitos!
Pues yo
pasaba por aquí, porque me han liado vilmente. No, eso es mentira, el problema
es que no me puedo resistir a las peticiones de ciertas personas, así que me
han pedido una receta y aquí la traigo.
En las
últimas Navidades, un muy buen amigo me regaló un libro que, como buena friki y
cocinera, tenía que tener en mi poder: “Festín de Fuego y Hielo: El manual de
cocina oficial” de Chelsea Monroe-Cassel y Sariann Lehrer.
Puede que no lo conozcas, pero fijo conoces la saga/serie de televisión de donde ha salido la idea. Si sólo conoces la serie, bueno, no voy a entrar ahí (seamos amigos). Si has leído la saga, te habrás dado cuenta de que el Señor Martin se recrea en la comida, mucho. El motivo, en el prólogo del libro, que para algo lo ha escrito el mismo.
Chelsea y
Sariann primero hicieron el blog The Inn at the
Crossroads y el año pasado, éste se transformó en libro con la
bendición del señor Martin.
La gracia
del libro es que toma los platos que se mencionan en los libros y, clasificados
por regiones, nos dan dos versiones de cada receta: medieval y moderna. Además,
cada receta te remite a otras con las que va bien para crear los
auténticos festines que se dan desde el Muro hasta más allá del mar
Angosto.
Lo malo del
libro es que, al menos en la edición en español, se han saltado algunas cosas.
Por ejemplo, en la versión isabelina de la receta que nos ocupa (la podéis
encontrar en mi blog) te indica que necesitas la ralladura
de dos limones, pero en ninguna parte te dice cuando has de echarla. Y no es la
única receta errada. Aún no he leído cada una de las recetas, pero sí que me he
encontrado ese mismo fallo en un par más. ¿Fallo producido en el proceso de
traducción? Puede ser. Dudo mucho que en la versión original cometieran esta
clase de fallos. Así que si alguien lo encuentra en versión original, que me
comente, dormiré mejor.
La verdad es
que es una pena. No sólo porque si yo adquiero un producto espero recibir algo
bien hecho, sino porque mucha gente se habrá comprado el libro sin tener ni
idea de cocina y siguiendo la receta al pie de la letra les saldrá cualquier
cosa menos ese plato.
Centrémonos en la receta. Como buena seguidora de la saga lo primero que hice fueron los pasteles de limón de Sansa. Cuando me pidieron una entrada para este blog y me dijeron que ya de paso fuera friki, lo tuve claro. La versión moderna de los mismos pasteles. La versión isabelina se parece más a una galleta esponjosa, mientras que ésta es más densa, con un rico bizcocho de limón y una glasa con más cuerpo y presencia. Aunque estos están muy buenos, a mí personalmente me gusta más la otra receta, aunque sólo sea porque intuyo que se acerca más a los que podrían comer en Poniente.
Pero vamos
al grano.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
- 2 y ½
tazas de harina común.
- 1 y ½ cucharaditas de levadura en
polvo/polvo de hornear/levadura química
- ¼ cucharada de bicarbonato
- ½ cucharadita de sal
- 1 taza de mantequilla sin sal, más un poco
más para el molde
- 1 y ½ tazas de azúcar
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla
puro
- 3 huevos grandes
- El zumo de ½ limón
- 2-4 cucharadas de ralladura de limón
- 1 taza de leche entera
Para la
glasa:
- 3 tazas de azúcar glas
- 1/3
taza de zumo de limón (más si lo necesita)
- 1 cucharadita de mantequilla sin sal
Opcional:
- Colorante alimenticio amarillo (en mi caso
de Americolor, en el tono Lemon Yellow)
- Adornos: piel de naranja escarchada,
semillas de granada, sprinkles (yo he usado: Bolitas “confeti” de Vahiné,
Sugar Crystals, en el tono soft blue y Sanding Sugar, en el tono soft
green, ambos de CK products)
Es imprescindible (en esta o en otra receta, menos que se especifique lo
contrario) que tanto los huevos, como la mantequilla, estén a temperatura
ambiente. Puestos a pedir, que todo esté aclimatado, no recién sacado de la
nevera.
Elaboración:
Precalentamos
el horno a 180ºC. Engrasamos un molde cuadrado (ellas recomiendan que sea de 28
por 18 centímetros.), después cubrimos el fondo con papel de horno, engrasamos
de nuevo y esparcimos un poco de harina, sacudiendo para eliminar la harina
sobrante.
En un cuenco
mezclamos la harina, la levadura, el bicarbonato y la sal; reservamos.
En otro
cuenco, con ayuda de una batidora eléctrica, batimos la mantequilla con el
azúcar hasta que tenga una textura esponjosa. Añadimos la vainilla y los huevos
y seguimos batiendo. Agregamos el zumo de limón y la ralladura y batimos un
poco más. Ahora iremos añadiendo en tandas la harina y la leche. Primero un
tercio de la harina y batimos bien después la mitad de la leche y volvemos a
mezclar. Repetimos otra vez y terminamos con la harina.
Obviamente necesita un poco de ayuda para nivelarlo antes de meterlo al
horno.
Una vez que
esté todo integrado y homogéneo echamos la masa en el molde y horneamos, en
teoría, durante 30 minutos. Aunque claro está, eso depende del molde, del horno
y de alineación de los planetas. En mi caso, con un molde más estrecho y con mi
horno he necesitado más de 45 minutos, aunque aquí la mejor manera es ir
pinchando con un palito, a partir del minuto 30 (antes ni se os ocurra, o
tendré que ir a castigaros) y sacarlo cuando el palito salga limpio.
Cuando
saquemos el bizcocho, lo dejamos enfriar en el molde unos 15 minutos, lo
desmoldamos y le damos otros 15 minutos más. Yo que soy un poco así como
despistada le dejé tranquilo hasta el día siguiente (vale, no fue despiste,
pero con 32ºC a la sombra, no soportaba más estar en la cocina, con el horno),
así que me salté la última etapa del enfriado, que supone otros 30 minutos,
pero esta vez en el refrigerador.
Cuando ya
esté frío y asentado lo cortamos en cubitos y los dejamos un momento solos
mientras preparamos la glasa. En pro de la estética y el monismo corté la capa
superior para que fueran más cúbicos, pero no temáis, que eso para el desayuno
sirve igual.
Mezclamos el
azúcar glás con el limón en un bol al baño maría, a fuego medio, sin parar de
remover. Echamos la mantequilla y mezclamos bien hasta que tengamos una crema
homogénea y suave, adecuada para verter. Si queda muy espesa podemos añadir más
zumo. Si queremos podemos teñir esta crema con colorante alimenticio.
Venga, que
ya falta poco. Vertemos un poco de glasa sobre cada cubo (yo me ayudé de una
cuchara, no sólo para echarlo, sino para “animarla” a escurrirse por los
laterales del bizcocho) y dejamos que enfríe un minuto. Por último podemos
ponerle alguna decoración comestible y dejamos que el glaseado termine de
enfriar y asentarse antes de moverlos, emplatarlos o comerlos (así que es el
momento perfecto para fotografiarlos y dar envidia).
El gato es opcional, pero Sophie siempre está dispuesta a ayudar en la
cocina
(por si cae algo, obviamente).
(por si cae algo, obviamente).
Si queremos, esta misma receta se puede hacer en moldes de magdalenas y
acercarnos más al mundo cupcake. También podríamos sustituir la glasa por un
frosting de limón a nuestra elección, porque total, ya metidos en harina, no
cuesta tanto.
Esta receta
es un poquito más elaborada que la otra versión, pero como en la variedad está
el gusto, mejor hacéis las dos y decidís (y ya me contareis)
¡¡Que aproveche!!
Nos vemos.
Bxx desde
España
GRACIAS a mi querida K por seguirme la corriente y hacer este post para nosotras, te adoro K! Y uds deberían ir a su blog y seguirla, es genial!
Espero que pasen feliz fin de semana, chicas.
À bientôt!
Morena mía, tus deseos son ordenes para mi n_n (aunque eso suponga actualizar mi propio blog xD)
ResponderEliminarBxxxxx
Oh how fabulous! What a great cookbook.
ResponderEliminarxo
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